Las muertes por suicidio entre los militares estadounidenses han superado a las pérdidas en combate por segundo año consecutivo, un dato que las autoridades de EE. UU. intentan maquillar con rimbombantes campañas de reclutamiento.
En 2010, la cantidad de suicidios entre militares fue de 468 personas, frente a las 462 que perdieron la vida en el campo de batalla, según datos de los militares.
Cuando las armas callan y se impone el alto el fuego, la guerra continúa activa en las mentes de los hombres y mujeres que regresan del frente. En muchos casos esa 'batalla psicológica' acaba resultando más peligrosa que los enemigos de carne y hueso que dejaron atrás.
Según el Departamento para los Asuntos de los Veteranos, 18 veteranos de guerra se suicidan a diario de promedio, mientras que muchos otros fracasan en el intento. El año pasado el 20% de los 30.000 suicidios registrados en EE. UU. lo cometieron soldados o veteranos.
Matthis Chiroux, un veterano de la campaña en Afganistán y activista antibelicista, forma parte del sector demográfico de EE. UU. donde el riesgo de morir por suicidio es mayor.
“Cuando regresamos a nuestras casas, sentimos asco y horror por lo que hicimos y lo que vimos”, dice Matthis.
Según explica, los soldados que entran en combate no se rigen por las leyes de urbanidad, razón por la que “cuando tienen que volver a aplicarlas de nuevo, a muchos de ellos eso les acaba llevando a la tumba o a la cárcel”.
Jan Kemp, directora del Programa Nacional para la Salud Mental, explica que muchos militares vuelven a sus casas sintiéndose desconectados de la sociedad en que vivían antes. “Eso se acumula y puede desembocar en una desastre. Empiezan a preguntarse si alguna vez volverán a ser los mismos de antes”, explica.
Además, la situación en sus familias puede ser diferente de la que dejaron cuando marcharon al frente. Lo mismo ocurre con su futuro en la vida civil.
Hoy en día un cuarto de los desamparados en EE. UU. son veteranos, y la tasa de desempleo entre ellos supera el 12%.
Mientras tanto, las campañas publicitarias de reclutamiento siguen glorificando la vida militar para atraer a más y más jóvenes.
El lado que los reclutadores no mencionan lo revela Matthis Chiroux a los estudiantes que vienen a escucharlo. “Lo malo es que lo que muestran no es la vida militar tan como es, sino publicidad”, explica. Su recomendación es que no se alisten si no quieren formar parte de esta triste estadística.
Fuente: RT
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